Olaizola II e Irujo se citan en la final del Cuatro y Medio

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Espectáculo grande el que se vivió ayer en el Ogueta de Vitoria. Olaizola II e Irujo consiguieron el billete para la final del Cuatro y Medio prevista para el domingo 7 de diciembre. Martínez de Irujo necesitaba ganar para colarse en la gran cita y ese plus fue el que le dio fuerza e inspiración para derrotar al de Goizueta por 17-22. Los dos pelotaris derrocharon juego que el público que acudió a la cancha gasteiztarra aplaudió generosamente.

Aimar e Irujo regresan (Javier Leoné, Diario de Noticias)

La clasificación de Aimar e Irujo representa el regreso de dos campeones a una final después de varias y significativas ausencias. Aimar, el pelotari en activo más laureado de la distancia (tres txapelas de la jaula adornan su palmarés por las cuatro que conquistó Julián Retegi), no se clasificaba para la final del acotado desde 2005, cuando derrotó a Xala por 22-5. A Irujo le ocurría algo similar, aunque de una manera menos pronunciada, ya que el delantero de Ibero salió campeón de la distancia en 2006 tras batir a Barriola por la mínima. Desde entonces no pisaba una final (en ninguno de los torneos de la LEP.M) y ayer, casi dos años después de la última, sacó billete para volver a disputar una.

Un exquisito aperitivo de la final (Luis Guinea, Diario de Navarra)

Fue un partido grande, para guardar en la videoteca por muchos motivos. Por juego, intensidad (39 tantos, 294 pelotazos en 12 minutos de tiempo real), calidad, emoción y pasión que le pusieron Aimar Olaizola y Juan Martínez de Irujo ayer en el Ogueta por ganarse un billete para la final del 7 de diciembre. Venció el de Ibero por 22-17 y ambos volverán a verse las caras, esta vez en el choque por la txapela.

Dos de los grandes y un partido memorable (Joseba Lezeta, Diario Vasco)

Irujo y Olaizola II levantaron al público de sus asientos en más de una ocasión y brindaron una demostración del actual juego del cuatro y medio. Nada de recular. Siempre hacia el frontis en busca del aire. Los pies apoyados sobre la raya del tres para ocupar los espacios. Cuando está sobre la cancha un pelotari como Irujo o un Aimar tan agresivo como el de ayer, los protagonistas no se colocan detrás del cinco salvo para restar los saques o cuando ya no queda otro remedio. O sea, casi nunca.

Irujo y Olaizola II ensayan la final (Tino Rey, El Correo)

Además pintaron sus respectivos remates con un arco iris multicolor. Hubo una amplia gama de definiciones y para todos los gustos. Jugadas brillantes. Cortadas, sotamanos, dejadas, dos paredes, ganchos y paraditas al ‘txoko’. No faltó una sola exquisitez de las que contempla el manual pelotístico. Un auténtico alarde.

Agitar antes de usar (César Oroz, Deia)

La grada se entregó a su héroe, a un pelotari epidérmico, que remata con las tripas y respira con el alma. Martínez de Irujo es un conductor de sensaciones, un nervio andante que acumula gestos, ánimos, monólogos, gritos, protestas, miradas fulminantes, poses de culturista, éxtasis y sonrisas. Esa mezcla y el enorme fondo de armario de sus recursos construyen un pelotari de complicada contención incluso para Olaizola II, que maneja los resortes del juego al milímetro.

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