Aspe rescinde el contrato a Mikel Goñi

Fernando Vidarte comunicó al navarro que prescinde de sus servicios «por sus reiterados incumplimientos deportivos» Jugó su último partido el 15 de abril en Azkoitia y el día 18 no compareció en Tolosa
TINO REY/El Correo

Esta vez la cosa va en serio. Aspe ha rescindido el contrato a Mikel Goñi, que acababa en febrero de 2006, «por su reiterados incumplimientos y su manifiesta indisciplina deportiva». La baja se la comunicó verbalmente el pasado viernes el máximo responsable de su empresa, Fernando Vidarte, y el pelotari dio un portazo y se fue.

Sin embargo, al día siguiente, tras reflexionar, llamó por teléfono a su patrón: «será una broma», le dijo. Vidarte fue tajante en su respuesta. «Es una decisión muy madurada y que no tiene vuelta atrás». Mikel Goñi cortó la comunicación.

Se acababa de romper una relación de más de siete años de duración. Desde que Fernando Vidarte se hizo con la mayoría del accionariado de Aspe llevó en mantillas por todos los frontones al díscolo pelotari de Oronoz Mugaire, pero este le pagó casi siempre con la moneda de la irresponsabilidad.

El empresario guipuzcoano decía por entonces: «Le voy dando consejos, cariño y un trato exquisito que no se lo concedo ni a mis propios hijos». Y así era. Goñi II viajaba en las programaciones en una carroza de oro.

Su vida deportiva y social ha estado llena de una retahíla de desventurados sucesos, aunque hay que reconocer que su leyenda negra producía una cierta fascinación entre la familia pelotazale y particularmente en la juventud. Los niños portaban su camiseta como si se tratará de un preciado amuleto.

La confesión
Mientras, Mikel Goñi protagonizaba diversos sucesos desgraciados fuera de la cancha. Hasta que una tarde fría de marzo (día 11 de 2003) el mito desnuda sus miserias en una tumultuosa rueda de prensa. Admitió que acudía a un centro de Hernani especializado en el tratamiento de adicciones, aunque no especificó cuál era su problema.

Sus declaraciones fueron elocuentes: «vi que la situación se me iba de las manos». Incluso, fue mucho más allá : «Se me está escapando la vida». Y vino a puntualizar que su matrimonio había entrado en una situación de no retorno: «las cosas no iban demasiado bien y tenía que coger el toro por los cuernos».

«No soy un adicto a las drogas, aunque es verdad que tengo unos problemas añadidos a causa de ello», admitió ante los medios de comunicación. Fue tratado en el centro de rehabilitación ‘Proyecto Hombre’ de Hernani. Pasó el tiempo, con su inapelable dictamen, y Mikel Goñi se fue y volvió a transitar por la calle del desvarío.

El punto de inflexión se produce el 4 de septiembre de 2004 en el frontón de Villamediana. Sufrió una aparatosa caída que le afectó la zona lumbar y tuvo que ser asistido en vestuarios durante más de un cuarto de hora. En el transcurso del partido ofreció una imagen lamentable, con un evidente sobrepeso.

Entre los mandatarios de Aspe se encendieron las luces de alarma. Fernando Vidarte tomó una decisión drástica. Lo apartó de las programaciones indefinidamente y le suspendió de empleo y sueldo, pese a que desde los despachos se vistió la tajante decisión con unas manifestaciones edulcoradas. «Mikel esta lesionado».

Tras siete meses en el anonimato y sin ingresos económicos, a primeros de marzo solicitó a sus mandatarios volver a los frontones. Fernando Vidarte, escaldado, le sometió a una prueba el 10 de marzo en el frontón de Elizondo. Las conclusiones no fueron positivas. «Ha mejorado ostensiblemente, pero aún tiene que perder algún kilo», fue el juicio de Fernando Vidarte, quien añadió: «aún tiene un poquito de tripa».

Aspe accedió a sus pretensiones de volver a las canchas. Lo hizo en la noche del pasado 15 de abril en el frontón de Azkoitia, cuna de ilustres pelotaris. Acompañado de Galarza VI superó (22-18) a Del Rey y Urberuaga. Su actuación estuvo salpicada de aciertos y errores y rubricó unos tantos de ensueño.

A los tres días, el 18 de abril, vuelve a contar con la confianza de los intendentes de la promotora de los Vidarte y es anunciado en el estelar del frontón Beotibar de Tolosa. En la mañana de ese mismo día anuncia a sus técnicos que no puede acudir al compromiso «por una indisposción». Es su última actuación. Fernando Vidarte, amparado en las cláusulas contractuales, decide rescindir su contrato.

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